No es sino hasta después de la presentación del cinematógrafo realizada al público por los hermanos Lumière, el 8 de diciembre de 1895 en París, Francia, que emergen distintos aparatos para conseguir la captura de imágenes reales, con o sin movimiento. A partir de este momento, los aparatos proporcionarán mejor calidad y más control por parte del cineasta, con los que se podrán crear mayores efectos o secuencia de tomas, volviéndose inmensamente populares los fabricados por las marcas Kodak, Zeiss o Pathé para su comercialización.
Algunas características de estos aparatos fueron que tenían lentes para capturar la imagen, utilizaban lámparas u otras fuentes de luz para suministrar energía, funcionaban con movimiento a base de manivela como la Cámara Ernemann Tomavistas de 35 mm, o movimiento a base de cuerda como la Cámara Tomavistas Kodak de 16mm, que trabajaban con película de nitrato de celulosa y estaban hechas de distintos materiales como madera y en mayor medida metal, como el Proyector Cinematográfico de 35mm de magazines cerrados.
Con el paso del tiempo estos aparatos fueron evolucionando, apareciendo otros como por ejemplo, la Cámara cinematográfica arriflex de 35 mm, la cuál fue la primera cámara en incorporar un sistema de visualización reflex o el Proyector Royal de 16mm, el cual registraba sonido, logrando así, cada vez más facilidad y fidelidad, para documentar los hechos del siglo XX.
Con la comercialización, en auge, estos aparatos estuvieron disponibles para que más personas tuvieran acceso a ellos. Es así como surgen los aparatos amateurs, entre ellos, el Proyector Cinematográfico Pathé Baby de 9.5 mm, que utiliza película de acetato de celulosa, entre otras cosas, logrando con esto una nueva y consolidada forma de entretenimiento en el siglo XX, que hasta la fecha permanece con distintos formatos para grabar, documentar, crear, y plasmar todo lo que el cineasta quiera mostrar al público.